domingo, 30 de janeiro de 2011

UM IMENSO ADEUS

«Por un error de cálculo en el uso horario, llamé al Palacio Presidencial a las tres de la madrugada. La impertinencia se me hizo más alarmante cuando escuché en el teléfono al presidente de la República en persona. «No te preocupes - me dijo, con su cadencia episcopal -. En este empleo tan complicado ya no queda otra hora para leer poesía.» Pues en esas estaba el presidente Belisario Betancur en aquella madrugada trémula del poder: releyendo los versos matemáticos de don Pedro Salinas, antes de que llegaran los periódicos a amargarle el nuevo día con las fantasías de la vida real.»