domingo, 29 de novembro de 2009

UM IMENSO ADEUS


«En este país no se pueden guardar secretos, no hay espacio, y todo el mundo sabe que ya en el primer gobierno democrático decidieron crear un organismo de seguridad paralelo, La Oficina, para asesinar a los últimos izquierdistas que todavía creían posible derrotar a la dictadura por la vía armada. Se inventaron una excusa en la que ni ellos mismos creyeron: dialogar desde posiciones de izquierda, sobre todo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, los muchachos que no le dieron un día de paz a Pinochet, pero sabían que iban a liquidar a todos los que no aceptaran sus puntos de vista, a todo el que no entendiera que la transición chilena a la democracia se hacía bajo la máxima gatopardiana de que todo cambie para que todo siga igual. Algunos integrantes de La Oficina, incluso desde el exilio, se asociaron con torturadores y formaron empresas de seguridad. Ahora son ricos, tienen policías paralelas que cuidan bancos, edificios, las urbanizaciones seguras y lujosas de los valles cordilleranos en los que se respira aire fresco mientras Santiago se asfixia en smog.»