quinta-feira, 23 de julho de 2009
DOMINGO MALAGÓN
Gosto de gente assim. Por todas as razões e até pela sua raridade: gente simples que faz o que tem de ser feito, assumindo todos os riscos, e sem pretender compensações, passerelles, mordomias.
Há anos, muitos anos, Jorge Semprun, no seu assombroso livro «Autobiografia de Federico Sánchez» onde nos conta 'histórias, memórias, imagens e mitos' de um partido curioso - o PCE - 'apresentou-me', embora com reserva de identidade, um militante comunista dos duríssimos tempos de luta anti-fascista, em Espanha. Assim: «y ahora, en este relato o memorial en que no pienso callarme nada, voy a callarme el nombre, a silenciar la identidad del camarada que fabricaba nuestra documentación, ese camarada al que tantos debemos la libertad, y algunos la vida, porque eran los papeles que fabricaba o amañaba tan prodigiosamente parecidos a los auténticos que nadie podría sospechar de ellos; y alguna vez le he visto trabajar, manejar casi amorosamente las tintas, las gomas, los plásticos, los colores, las impretillas, los hornos, en un taller donde los documentos falsos adquirían categoría de objetos artísticos, de salvoconductos fraternales para cruzar los posibles temporales de la vida clandestina; y voy a callar su nombre, y al callarlo, recordarlo, celebrarlo en mi memoria, ese nombre no nombrado, porque, quién sabe?, quizá sea todavia necesaria en el porvenir su diabólica, o angélica, habilidad, su genialidad de falsificador».
Reservei-lhe, na minha memória, um lugar de destaque e em todos os livros sobre a resistência anti-franquista que li ao longo de dezenas de anos espiei frases, parágrafos, capítulos, farejei pegadas que pudessem levar-me à identidade de tão elogiado camarada.
Há dias, e trinta e dois anos depois de o ter referenciado, lendo «Decidme Cómo Es un Árbol», livro de memórias de Marcos Ana, 'apanhei-o': «La falsificación de los pasaportes era la meritoria obra de un camarada pintor, Domingo Malagón, cuya existencia nadie conocía, salvo algunos camaradas de la Dirección del Partido. Era como una especie única que había que blindar y proteger. Del minucioso trabajo de sus manos dependía, en gran medida, la seguridad del aparato clandestino. Domingo es una persona sencilla y muy entrañable. Actualmente reside en Madrid y preside una fundación que lleva su nombre.»
Gosto de gente assim. Repito-lhe o nome: DOMINGO MALAGÓN.
Para que conste.